martes, 24 de abril de 2012

4x07 VIDA O MUERTE (Segunda parte)


PARTE 2


«El ex-futbolista que hace unos años estuvo a punto de fichar por primera división, Efrén Martínez, ha tenido un accidente de coche mortal. Parece ser que el joven conducía bajo los efectos de las drogas y el alcohol, al igual que en el siniestro que le arrebató de las manos ese contrato multimillonario años atrás. Tras horas en el quirófano los médicos pudieron salvarle la vida, para luego acabar muriendo por complicaciones derivadas de la cirugía. Y por último, los desparecidos de este mes son…»

La televisión se apagó a manos de Ada, que indignada comentaba lo que acababan de decir.

ADA: ¡Eso es mentira! ¡Lo de las drogas fue porque Pascual se las echó! ¡Él nunca tomaba drogas! Ahora encima lo hacen quedar como un alcohólico y un drogata.

ULISES: La prensa es así —le dijo cogiéndola por los hombros—. Sólo les importa el morbo y el espectáculo y no la información. Da igual que no sea verdad porque la gente se cree todo lo que sale por la tele.

En el piso todos se estaban vistiendo con colores oscuros para ir al funeral de Efrén. Llevaban un par de noches sin pegar ojo, sobre todo David, que tenía unas marcadas ojeras en la cara. Ada lo disimulaba mejor con maquillaje.

OSI: ¿Te recoge Helios o te vienes con nosotros? —le puso la mano en la espalda cuidadosamente.

DAVID: Helios no puede venir. Está de servicio, pero se pasará luego. Me ha estado apoyando tanto estos días…

IS: ¿Y qué va a ocurrir con Bruno? Pobre crío. Con dos añitos que tiene y se le muere el padre.

Todos se callaron. El silencio que se hizo parecía no molestar a nadie. El único sonido de fondo era una retahíla de petardos, ya que la gente apuraba sus reservas de pólvora al ser esa noche la que se quemaban las Fallas y por lo tanto, cuando acababan las fiestas.




En comisaría, Helios le estaba dando vueltas a la cabeza a la cadena de sucesos que había provocado la muerte de Efrén. Su instinto de policía le decía que algo pasaba ahí.

HELIOS: Vamos, Ferrer, no tiene sentido que él fuera solo por esos caminos. No llevan a ninguna parte —le decía al compañero que llevaba el caso. Le cogió el informe del accidente con toda la confianza que tenía con él y se puso a leerlo.

—Recuerda que Ramos ha dicho que no te puedes involucrar. Que conoces al fallecido.

HELIOS: Sí, sí. Claro —dijo sin parar de leer.

—Te amenazó para que no siguieras por tu cuenta —le advirtió quitándole los papeles de la mano.

HELIOS: Bueno, ya he visto todo lo que necesitaba. Si me disculpas…

—¿No irás a mirar algo de lo que hayas leído, no?

HELIOS: No. Voy al funeral del pobre amigo de mi novio.

—Novio, ¿eh?

HELIOS: Suena raro decirlo, pero sí. Es mi novio —anunció con orgullo.




El funeral consistió primero en una pequeña oración asirista en el propio cementerio, pedida expresamente por los padres de Efrén que vinieron de Reino Unido, seguido del depósito de sus cenizas en la cripta familiar. Desde el momento en que llegaron le quitaron a su nieto de los brazos a Zacarías y no se separaban de él ni un minuto. El hermano del difunto, Romeo, también salió del internado para tan triste ocasión. Incluso Ofelia, la que fuera matriz del pequeño Bruno y gran amiga de Efrén, acudió junto a su novia Sandra. Todos los demás amigos estaban también. Osi lo llevaba por dentro, manteniendo el tipo. Ada llevaba unas enormes gafas de sol que le tapaban toda la cara, al igual que David. Ada se secaba la cara una y otra vez, pero era sobre todo David el que más lloraba. Is y Ulises permanecían más enteros a su lado, cogiéndolos de los hombros para mostrarles su apoyo, aunque no parecía estar surtiendo ningún efecto. Zacarías estaba desconsolado por haber perdido a su marido, pero en esos instantes no hacía más que mirar a Bruno, en brazos de sus abuelos. Ulises lo vio y fue a hablar con él.

ULISES: ¿Por qué tienen ellos al niño? ¿Es suya la custodia?

ZAC: Seguro que sí —contestó con odio—. Efrén nunca quiso que yo fuese también el padre.

ULISES: No digas tonterías. Es evidente que has sido un buen padre para él. Otra cosa es lo que digan los papeles. Pero eso está por ver.

Le puso la mano en la espalda para consolarlo.

ZAC: Era lo único que me podía ayudar a seguir adelante y va y me lo a quitar.

ULISES: No seas tan negativo. Esperemos a ver qué pasa.

A Zac se les escaparon varias lágrimas que se quitó con las manos enseguida y lo miró sonriendo.

ZAC: Gracias por los ánimos. Si es que en realidad eres el más sensato de todos.

Ulises vio cómo se acercaba su amigo Saúl al cúmulo de gente que rodeaba la cripta y se excusó para ir en su busca. Una vez lo vio, le dio un abrazo y se puso junto al resto de amigos.

ADA: ¿Es tu novio? —le preguntó sonándose los mocos, llena de curiosidad, pero sin quitarse ni un momento las gafas de sol.

ULISES: No. Es que no quiere —dijo estando él a su lado.

—Ya lo hemos hablado —le respondió a Ada con naturalidad—. No vamos a ser nada, no es nada nuevo. Estoy aquí para apoyar a mi amigo.

Ada torció la boca confusa de que trataran todo eso con tanta normalidad, mientras que por otro lado y sin que ellos lo escucharan, Is hablaba bajito con Ulises, que miraba contento a Saúl.

IS: Llevas todo el año detrás de él y solo sois amigos. No te ilusiones…

ULISES: No sé. Pero es que me intriga. ¿Por qué sigue quedando conmigo entonces? Yo creo que me quiere. Lo que pasa es que no quiere admitirlo.

Is puso los ojos en blanco y sonrió a Saúl al ver que los miraba. Éste se acercó a ellos y David aprovechó para abrazarse a Ada de nuevo, cuando volvieron a llenársele los ojos de lágrimas.

DAVID: Ni siquiera pude hacer las paces con él —decía entre sollozos—. Llevábamos mucho tiempo enfadados.

Helios apareció por detrás, con su traje de ir a trabajar, y a David le pareció su salvación en aquellos momentos. Lo abrazó fuertemente justo cuando el cura terminaba la ceremonia, metiendo junto a los padres de Efrén sus cenizas en la cripta.

—Arrocha —sentenció el sacerdote, como se acababan todos los ritos asiristas.

—Arrocha —dijeron todos al unísono.

Zac hizo el amago de entrar también, pero Ximo, el más alto y moreno, que siempre había sido el más hostil de los dos, se giró y lo partió con la mirada antes de que pudiera poner un pie dentro.

Al acabar, los asistentes dieron el pésame a los padres y al marido del fallecido. Ofelia y Sandra se despidieron de todos también. Estaban en un hotel y tenían que dejar la habitación pronto para volver al pueblo, a llevar la tienda que regentaban.

ZAC: Aún os volveréis con uno más.

OFELIA: ¿Pero qué dices, chiquitín? ¿A qué te refieres?

ZAC: Nada, que no sé de quién será la custodia de Bruno. No sé a quién se lo ha dejado Efrén y estaba pensando que a lo mejor os lo ha dejado a vosotras. En unas horas lo sabremos, que tenemos que ir a leer el testamento.

OFELIA: Por lo que hablábamos por teléfono, Efrén me ha contado siempre que te ocupabas tú del niño. Que hasta hacías mejor de padre que él. A mí no me lo habrá dejado, pero a sus padres ya no sé —le cogió la cara con ambas manos—. Pero mucho ánimo. No me puedo creer que ya no esté aquí —lo abrazó dando un gran suspiro para no volver a llorar.

ZAC: Preferiría que os lo llevaseis vosotras y no ellos —cerró los ojos de emoción.

Andando por el cementerio en silencio hacia la salida, la pesadumbre se palpaba en el ambiente.

DAVID: ¿Me llevas a casa? —le preguntó a su novio.

HELIOS: Tengo que seguir trabajando. Me he escapado un momento, pero tengo cosas que hacer.

DAVID: Muy bien —le dio un cariñoso ósculo en los labios y se separaron a la salida.

Helios no estaba tan afectado como el resto porque apenas conocía a Efrén, pero lo que le llamaba tremendamente la atención era algunos cabos sueltos del accidente que causó su prematura muerte. Habiendo memorizado todos los detalles del informe de su compañero esa misma mañana, fue a inspeccionar el lugar del siniestro.

Tenía el ceño fruncido. Miraba el barranco por donde cayó el coche y seguía frunciéndolo.

HELIOS: ¿No se supone que se estampó con esa antena? En el informe pone que tanto el coche como la antena estaban destrozados. ¡Es parte de lo que podía ser un escenario de un crimen! —Se indignaba solo de pensarlo— ¿Por qué está ahí como si no hubiera pasado nada? Además, es este el sitio, porque el monte está lleno todavía de pedazos de chatarra del coche.

Prestando atención se dio cuenta de que la estructura metálica que se alzaba imponente en medio del barranco parecía muy reluciente, como si fuera nueva.

HELIOS: ¿Quiere decir que en dos días han venido hasta aquí, y en ese lugar tan inaccesible han reparado la antena? ¿Y de qué es esa antena?

No es que fuera la primera vez que la viera, pero no tenía ni idea de para qué servía. Era como un repetidor de telefonía móvil, pero de unas dimensiones mucho mayores. Vista de lejos ya impresionaba, no quería imaginarse desde más cerca.

Observando el camino de tierra que llegaba hasta allí, aún se apreciaban las huellas del coche de Efrén, y otras de un fuerte frenazo justo en un camino que estaba a unos metros del otro.

HELIOS: Estoy convencido de que esto no fue un simple accidente  —chasqueó los dedos—. Tengo que echarle un vistazo al coche de Efrén que llevaron al desguace.

Y sabía dónde estaba ese lugar. Se acordaba de haberlo visto escrito en el informe de Ferrer, pero además conocía el desguace de haberlo visto al lado de la carretera. No tuvo demasiados problemas para entrar. Enseñar su placa le habría muchas puertas, ya que desde que le ascendieron ya no llevaba el uniforme para trabajar, sino un traje con corbata. Cuando localizó el amasijo de metal de lo que quedaba del chasis perdió la esperanza de encontrar nada, pero al observarlo más de cerca, vio unas marcas alargadas de pintura gris en los costados.

HELIOS: Esto no se hizo con el choque con la antena —pensaba él—. Esto es pintura de otro coche… ¡No puede ser!




La escena que parecía que sucediese a cámara lenta le volvió a provocar el llanto a Zacarías. Creía que ya no le quedaban más lágrimas que llorar, pero al ver a un padre tirando petardos con su hijo, supo que ese tipo de cosas se las iba a perder con Bruno.

ZAC: Al menos me dejaréis verlo, ¿no?

Los padres lo miraron altivo con el niño en brazos y Romeo, que iba al lado de ellos, le miró con compasión mientras subían unas escaleras hacia el despacho del abogado.

—Ya bastante te habrá dejado de todas sus pertenencias —contestó Quim.

—Eres un cazafortunas —espetó Ximo, que llevaba a Bruno en sus brazos— y este plan te ha salido mal. No te vas a quedar con nada nuestro, aunque te vayas a quedar con lo que te haya dejado suyo.

—¡Basta ya! —Gritó Romeo y se paró en medio de las escaleras—. Él está sufriendo lo mismo que nosotros.

Los padres de Efrén se quedaron callados y siguieron andando hasta entrar en el despacho. Se sentaron todos y el abogado procedió a leer el testamento.

Los ojos como platos y la mandíbula desencajada, tanto de Ximo y Quim como de Zac, cuando el abogado leyó el punto en el que la custodia de Bruno quedaba en manos de su marido, Zacarías Huerta Jiménez, además de su casa en Valencia y todos sus ahorros. El pub se lo había dejado a su hermano Romeo, que también se quedó harto sorprendido.

ZAC: Confiaba en mí —dijo para sí mismo—. Para que fuera su padre.

—¡No puede ser! —Se levantó indignado de la silla Ximo, mientras Quim seguía sentado, cogiendo en brazos a Bruno. Luego le quitó el testamento de las manos al abogado y se puso a leerlo.

—¡Pero si llevan casados nada! ¡Y seguro que tampoco hacía mucho que se conocían! —miraba Quim con desprecio a Zac—. ¿Cómo no nos va a dejar nada, si somos sus padres?

Zacarías seguía sentado, pero al ver lo favorable que había sido la sentencia para él, se creció en un momento, se levantó de la silla y los miró a la cara a los dos, mientras Romeo se echó a un lado.

ZAC: Puede que no conociera a Efrén desde hace muchos años. Puede que no lleváramos juntos mucho tiempo. Pero en tan poco tiempo, les puedo asegurar que lo quise y le conocí mucho más que ustedes en toda su vida, que nunca han tenido el más mínimo interés en él. Y ahora si me disculpan —dijo cogiendo a Bruno de sus brazos—, denme a mi hijo.

Cogió todas las cosas del niño y salió del despacho, haciéndole una seña a Romeo para que le acompañara, ante la impotente mirada de los padres de Efrén.

—Cuánto me alegro que las cosas hayan salido bien —le dio un abrazo.

ZAC: Yo también. Lo di por perdido —miró al niño, que lo llevaba en brazos— y ahora es mi hijo.

—De verdad que me alegro —le dio un abrazo—. Lo que no sé es qué voy a hacer yo con el pub. No tengo ni idea de cómo llevarlo.

ZAC: Tu hermano te lo dejó a ti por alguna razón. Confío en su criterio. Y no te preocupes por el pub, que el encargado, Nacho, te lo enseñará todo.

—Menos mal que ya estoy acabando el bachillerato. Pero de todas maneras, no tengo ni dónde vivir.

ZAC: De eso quería hablarte. Verás, llevo desde esta mañana pensando… Yo no puedo vivir más en esa casa. Todo me recuerda a él —paró un instante al sentirse emocionado—. El piso, esta ciudad… todo. Me quiero ir de Valencia. Y por lo que ha dicho el abogado, Efrén ha sido generoso en dejarme tanto dinero… Así que había pensado en dejarte a ti la casa. Para que vivas y desde aquí puedas hacerte cargo del Inframundo.

—¡Pero qué dices! ¡No puedo aceptar esa oferta! Al menos, déjame pagarte un alquiler. O te la voy pagando hasta que sea mía.

ZAC: Bueno —se lo pensó unos segundos—, no te voy a decir que no. Allá donde vaya me tendré que comprar otra casa —le salió una risa espontánea.

Se dieron un abrazo con Bruno de por medio y su tío le dio un beso de despedida en la frente al pequeño.




Muy acelerado estuvo Helios desde que creyó hacer un gran avance en la investigación del accidente de coche que causó la muerte de Efrén. Pero tenía que andar con cuidado ya que, según la comisario, no podía involucrarse. Por ello se llevó al desguace a su compañero Ferrer, que era el que se ocupaba del caso, para mostrarle los restos del automóvil siniestrado. Pero al llegar al lugar al que había estado hacía unas horas, se encontró con que en el lugar donde estaba el vehículo, había otro.

HELIOS: ¡Pero no puede ser! ¡Estaba aquí! ¿Dónde está?

—Yo no tengo ni idea, Villalba. Todavía no lo había visto.

HELIOS: ¿Se le ha hecho autopsia al cadáver? —preguntó echándose las manos a la cabeza.

—¿Qué? ¿Autopsia? ¿Para qué? ¡Si murió de postoperatorio!

Helios miraba con incredulidad el sitio donde debería de estar el coche de Efrén y no estaba.

—¿Qué está pasando? ¿Hay algo que no me estés contando?

Él lo miró con desconfianza y prefirió callarse.

HELIOS: No, nada.

—Te recuerdo además que no puedes inmiscuirte en este caso. Orden de la jefa.

HELIOS: Con ella voy a hablar ahora mismo.

Derecho fue a su despacho en cuanto llegó a comisaría y lo abrió de par en par, haciendo caer una de las manos blancas que colgaban de la pared.

—¡Pero bueno, Villalba, a ver si haces el favor de tocar a la puerta antes de entrar! ¡Menuda falta de respeto!

Mientras ella se levantaba de su asiento para recoger la mano blanca, símbolo del Asirismo, pero que a menudo la gente asociaba con los Discípulos de Asir, Helios empezó a hablar nerviosamente.

HELIOS: ¿Habéis mirado las cámaras de seguridad del hospital?

—¿De qué estás hablando?

HELIOS: Del caso de Efrén Martínez.

Ella lo miró intolerante, se agachó a por la mano y la colgó en la pared. Luego se sentó en su asiento y le invitó a que se sentara él en la otra silla al otro lado de la mesa.

HELIOS: ¡Hay que mirar si recibió alguna visita! —seguía alterado hablando sin parar y moviendo la pierna. Ella lo miraba tranquila.

—Te dije que no investigaras este caso. No es tuyo.

HELIOS: Pero…

—Nada —lo interrumpió—. No hay pruebas de que fuera un crimen, como sugieres. Y ya te dije que no metieras tus narices —se incorporó amenazante—. Te la estás jugando, Villalba.

HELIOS: Ramos, es que yo…

—Sal esta noche —volvió a reclinarse en su asiento con un fajo de papeles en su mano sin hacer caso de lo que decía—. Hoy es la cremà. Sal y diviértete. Desconecta.

Él se levantó de la silla con impotencia de no poder ayudar y se fue.




La mecha se prendió y una hilera de petardos explotó alrededor de la Falla prendiéndole fuego. Ada, Osi, Ulises, Is, David y Helios se habían reunido para ver quemar el monumento del barrio. Sus rostros eran cenizos, pero todos necesitaban una distracción, aunque solo fuera momentánea. Las llamas empezaban a crecer y a dar calor y la gente iba haciendo el círculo a su alrededor cada vez más grande. Todos contemplaban la escena en un lúgubre mutismo. Osi vio las caras de abatimiento y trató de sacar conversación.

OSI: Después de cuatro años aquí, sigo sin entender para qué se hacen las Fallas. Se gastan millones y tardan un año entero en hacer los monumentos, para luego quemarlas.

ADA: Pues para empezar es una tradición —contestó ella, que era la que más sabía al respecto—. Hay varias teorías de cómo empezó todo. La más aceptada dice que era la quema de las sobras de los talleres de los carpinteros que se hacía todos los años en una hoguera purificadora. Luego fueron aumentando en complejidad hasta lo que son hoy en día. Y por supuesto, los asiristas tuvieron que meter sus narizotas para hacer de una fiesta que se suponía pagana para dar la bienvenida a la primavera, en algo religioso —sonrió a Osi—. Sin ofender.

OSI: No me ofende —dijo sacándole la lengua que le arrancó una sonrisa al menos.

DAVID: El año pasado vimos la cremà todos… Lo voy a echar mucho de menos —escondió sus lágrimas en los brazos de Helios.

ADA: Y a Zac también lo echaremos mucho de menos. Hasta al pequeño Bruno —estaba medio llorando y medio riendo.

IS: Lo que no entiendo es para qué tiene que marcharse. Los expertos recomiendan no hacer grandes cambios después de una pérdida así.

HELIOS: Sus motivos tendrá. Sus motivos tendrá —se quedó pensativo mirando a la nada y abrazando a su novio.

El fuego empezaba a avivarse y cogía altura, dando luz y calor a su alrededor, provocando que la gente se alejara cada vez más.

ULISES: Bueno, yo me voy a casa. Tengo series que ver. Y la verdad es que nunca me han entusiasmado las Fallas.

IS: ¿Quieres que te acompañe?

ULISES: No. No hace falta. Quédate con ellos.

Al llegar a casa, lo primero que se encontró al abrir la puerta fue un sobre que ponía su nombre. Al girarlo vio que en el remite ponía “Zacarías”.

ULISES: ¿Para qué me ha dejado una nota si ya se ha despedido de nosotros antes?

En la carta se incluía un mapa con un punto que indicaba un lugar dentro de la Universidad Politécnica.

«Sé que eres la persona más sensata que conozco y es por ello que me gustaría encargarte esta tarea. Hace tiempo que ayudo a unas pobres personas llevándoles comida una vez a la semana. Te agradecería que continuases esa labor. No te puedo contar mucho más, solo que son fugitivos de algo que ni yo sé. Comprobarás que son reacios a hablar si preguntas sobre ellos, pero entiendo que serás discreto en cuanto al tema y que por favor no le comentes a nadie lo que haces o dónde están. Me sabía mal dejarlos de esta manera.

Ni yo mismo sé por qué empecé a ayudarles, porque fueron bastante desagradables al principio. Quizás tenía la esperanza en el fondo de mi corazón de que supiesen algo sobre Benjamín, pero creo que ya me doy por rendido con el tema. Tendré que afrontar que desapareció y nunca más va a volver.

Espero que todo os vaya muy bien. Un beso.»




Zac no quiso perderse la cremà de la Falla del Ayuntamiento, ya que era posible que no viera Fallas en algunos años. Se metió en el tumulto de gente con el carro de Bruno y cuando las llamas eran tan grandes como los edificios colindantes, se acercó un momento y lanzó todos los papeles que tenía de Efrén y su diario.

ZAC: Al menos si buscan, no van a encontrar pruebas de nada —pensó—. Yéndome de aquí por lo menos evitaré más problemas, para mí y para mis amigos.

Se apoyó en el carro de Bruno y lo miró apenado, pero ya no le quedaban más lágrimas que llorar. Una conversación entre dos señoras le distrajo unos instantes.

—Qué buena alcaldesa tenemos. Mírala ahí, en el balcón del Ayuntamiento.

—Tan campechana ella.

—¿Qué está haciendo?

—Chica, está animando a las Falleras Mayores. Que están llorando porque su reinado se ha acabado.

—Hay que ver, qué buena mujer.

—¿Has oído alguna vez la historia esa del novio que se dice que tiene?

—Siempre se ha rumoreado que es heterosexual de esos.

—Pues se ve que tiene al amante encerrado en casa sin poder salir.

—¿Pero qué me cuentas?

—Como te lo cuento. Y hay más. Dicen que hasta hay un túnel secreto entre el Ayuntamiento y un pub de ambiente heterosexual que hay en la calle de al lado.

—¡No! —dijo boquiabierta.

Zac se fue de allí y una vez más, le resbalaron lágrimas por las mejillas. Parecía que no podía haber más allá de donde venían, pero conforme se alejaba con el carrito y Bruno, se las tenía que quitar de la cara.

ZAC: Purificación. Renovación. Hasta siempre, Efrén. Hasta siempre, Benjamín. Hasta siempre, Valencia.



Próximo episodio: lunes, 30 de abril de 2012 a las 21:00.

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